Vino Nacional

El vino es un tema tan cautivador que nos permite divagar durante horas y horas y de las formas más diferentes, creativas e insólitas, llegando hasta donde la imaginación lo permite.

Tener el vino como fiel compañero es sin duda garantía de grandes momentos de alegría, relax, placer… degustado solo en momentos de pura reflexión en nuestras copas o acompañado de meriendas y comidas completas, con nuestros amigos o familiares, no asunto.

Siempre será una experiencia diferente y enriquecedora.

Y esta convivencia con los vinos me hace reflexionar sobre algunas cosas…

Estamos en un momento en que las instituciones vinculadas a la producción y difusión del vino brasileño buscan repensar su comunicación con sus consumidores, buscando detectar una nueva audiencia para la bebida, además de las existentes.

Me parece oportuno “provocar” en cada uno de nosotros, que tanto admiramos y experimentamos de alguna manera todo lo que el vino es capaz de brindar, una gran acción encaminada a incentivar el consumo del vino nacional.

Por supuesto, muchos de nosotros ya apreciamos el néctar de los dioses con el sello Made in Brazil, además de actuar fuertemente a favor de las brasucas, pero a veces hay oportunidades de transmitir nuestra, digamos Misión, para ver nuestros vinos ganar. sobre el público consumidor, terminan por no suceder.

Ya sea en una charla informal, una reunión de trabajo, ir de compras al supermercado o quedar con los amigos al final del día… cada oportunidad es única y puede ayudarnos a difundir este proceso de nacionalización del consumo de productos.

Conocer y degustar un sello nacional debe formar parte del currículum de cualquier enófilo que busque ampliar sus horizontes en la zona y descubrir sensaciones nuevas y diferentes.

Pero la realidad es que a veces acabamos tan “pegados” a etiquetas que vienen de fuera, que cuando nos proponen salir de esa zona de confort del vino y degustar una etiqueta nacional, nos asustamos y en un repulsivo ímpetu de lo desconocido ( o incluso por el coste de la bebida), optamos por otras etiquetas.

Y luego desperdiciamos excelentes oportunidades de experimentar algo nuevo, de nuestra tierra, de nuestra gente.

El vino nacional muestra cada vez más un incremento cualitativo en sus etiquetas, trayendo sorpresas muy gratificantes con cada nueva cosecha, ya sea con vinos tintos, blancos o espumosos. Producido en el Sur del país, en la región Sudeste o en Pernambuco.

El hecho es que el trabajo de nuestros productores para sobrevivir y presentar etiquetas de calidad, en un país donde la legislación fiscal es antigua y obsoleta, se ha convertido en una dura rutina en el manejo de los pesados ​​remos que surcan aguas profundas contra la fuerte marea fiscal brasileña. ¡Pero no te equivoques!

¡Calidad que tenemos y de la que nadie puede atreverse a dudar!

Los organismos gubernamentales e institutos de investigación trabajan en la mejora tecnológica y el desarrollo y mejora de los medios de producción, priorizando el respeto por el viñedo y la gestión concienzuda que realizan nuestros agricultores y enólogos.

Estos desinteresados ​​profesionales del vino, que buscan incansablemente alternativas sostenibles y costos reducidos, se enfocan en brindarles a los consumidores lo que están esperando ansiosamente.

Sin embargo, si no convencemos a este público consumidor de darle una oportunidad a lo nuestro, será mucho más difícil que podamos seguir adelante. Es bien sabido que la gama de productores de calidad mundial es muy amplia y con una fuerte tradición.

Por lo tanto, cuando hablamos de darle una oportunidad a los nacionales, no significa que una acción excluya a la otra.

Francia, cuna mundial del vino, siempre será Francia, Portugal seguirá deleitando a miles con sus variedades de uva muy peculiares, así como las etiquetas de Italia, USA, Chile, Argentina, en fin, el vino es una cultura que te guste o no, siempre implica nuevas experiencias, incluso de productores tradicionales, de países del Nuevo o del Viejo Mundo.

Entonces, ¿podríamos hacer algo más por las brasucas?

Ciertamente podemos creer en lo nuestro, dejarnos seducir, dar cabida a lo inesperado, aceptar y entender que la calidad de nuestras etiquetas ya es una realidad.

Y sin querer extenderme demasiado, precisamente estos mismos países que durante décadas, diría cientos de años, se han destacado por la excelencia de sus etiquetas, también ya señalan la necesidad real, en un período no tan lejano como uno se imagina, de buscan nuevas formas de comunicación para adaptarse a nuevos públicos consumidores, más eclécticos y exigentes, dispuestos y ávidos de nuevas experiencias y sensaciones diferentes.

Si conseguimos evolucionar a este nuevo nivel de consumo y servir a este público emergente, dinámico, inmediato, sí, pero que también valora y sobre todo por la calidad, podremos dar una oportunidad real de obtener buenos resultados y hacer nuestro mercado crecer exponencialmente.

¡Con esto consumiremos cada vez más vino nacional y entenderemos que somos parte del gran equipo!

¡Que podamos equilibrar este juego!

Tenemos potencial, material humano y tecnológico, desarrollamos nuestra agricultura tanto en regiones prometedoras como en zonas ya consolidadas, y nuestra producción vitivinícola es cada vez más consistente.

Brasil es increíble y los brasileños no envían mensajes, hacen que las cosas sucedan. Con trabajo, amor y pasión en todo lo que producen.

Aquí terminaré este post con una copa de la casa. Y a ti, ¿te gustaría acompañarte en esta importante y placentera empresa?

Vino: ¡vida larga, feliz y saludable!



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